domingo, 22 de abril de 2018

¿QUIÉN ES EL BUEN PASTOR?



                                                      Francesc Ramis Darder
                                                      bibliayoriente.blogspot.com



Durante el tiempo de Pascua celebramos solemnemente la presencia de Jesús resucitado entre nosotros; la presencia viva del Señor que guía nuestra vida con su ternura. Cada domingo del tiempo pascual, el evangelio contempla un aspecto de la manera en que Jesús resucitado acompaña nuestra vida. Hoy, el texto ha presentado a Jesús con el rostro del “Buen Pastor”, y a nosotros nos ha definido como las “ovejas” de su rebaño.

    En la época antigua, los reyes orientales se hacían llamar el “Buen Pastor” de su pueblo; a modo de ejemplo, una etapa de la historia de Egipto se conoce como el período de los “faraones pastores”. Los faraones eran “buenos pastores” en el sentido de que eran “buenos administradores” de su pueblo, trazaban caminos para favorecer el comercio, o equipaban un buen ejército. Ahora bien, lo que más interesaba a los “faraones pastores” era mantenerse en el trono, a costa de lo que fuese, por ello no dudaban en esclavizar al pueblo para aprovecharse de su trabajo. Como hacían los soberanos antiguos, Jesús asume el título de “Buen Pastor” de sus discípulos. Pero Jesús aplica al título “Buen Pastor” un sentido completamente distinto al de los monarcas antiguos; Jesús no es un pastor, de carácter administrador, que se aprovecha de sus ovejas, metáfora de los discípulos, sino que entrega la vida por ellas. Como dijo el Señor: “No he venido a ser servido, sino a servir y entregar la vida en rescate por muchos”. Jesús entrego su vida por amor para que nosotros aprendamos a amar con la profundidad que propone el evangelio.

    Si Jesús es el “Buen Pastor”, nosotros somos las ovejas de su rebaño. Hoy en día, llamar a una persona “oveja” es algo negativo, incluso parece un insulto; pero las cosas eran muy distintas en la época de Jesús. La población israelita comía carne pocas veces. Los rebaños de ovejas que pastaban por el campo no se dedicaban, mayoritariamente, al consumo humano; las ovejas eran, sobre todo, los animales sagrados que los judíos piadosos sacrificaban en el templo durante la plegaria. En la época de Cristo, la oveja era un animal de carácter religioso y sagrado, tan preciado que, como hemos dicho, era empleado para el culto del templo. Por tanto, cuando Jesús decía que sus discípulos eran sus ovejas, lejos de despreciarlos, hacía de ellos el mejor elogio, los contemplaba como a sagrados y dignos de estar al lado de Dios. Precisamente eso es un discípulo de Jesús, lo que debemos ser nosotros, las personas que Dios ha elegido para dar testimonio de la bondad divina en la sociedad en que vivimos.

    La relación de Jesús con sus ovejas, es decir con los discípulos, no es una relación anónima como la que tenían los faraones pastores con sus súbditos. Jesús establece una relación personal con todos nosotros, como dice el mismo Jesús: “Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí”. Y aún añade para reforzar la profundidad de la relación, “tal como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, yo reconozco a mis ovejas”; es decir, la relación amorosa que Jesús establece con el Padre tiene la misma intensidad que la que establece con los discípulos, representados por las ovejas. Cuando decimos que Jesús tiene hacia nosotros un amor sin límites queremos decir precisamente eso, que el amor de Cristo por cada uno de los cristianos es tan intenso como el que el mismo Cristo siente por su Padre. Un último aspecto, esta relación amorosa que Jesús establece con nosotros es del todo gratuita; dicho de otra manera, Jesús no nos ama porque seamos buenos, sino que nos ama a fin de que podamos ser del todo buenos. Así nos lo recuerda el evangelio: “Sed perfectos como vuestro padre del cielo es perfecto”.

    En este domingo del Buen Pastor roguemos al Señor que suscite vocaciones, que suscite buenas ovejas que, en la vida laical o en la vida consagrada, den testimonio ante el mundo del amor sin límites que Jesús siembra en el corazón de cada persona.   

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