miércoles, 27 de diciembre de 2017

¿QUÉ SIGNIFICA EL ARCA DE LA ALIANZA?



                                                       Francesc Ramis Darder
                                                       bibliayoriente.blogspot.com


El Adviento es el tiempo en que disponemos nuestra vida para celebrar el gozo de Navidad, la presencia entre nosotros del Dios hecho hombre, Jesús de Nazaret. Las lecturas bíblicas del Adviento han señalado cómo el profeta Isaías y Juan Bautista anunciaron el advenimiento de Jesús, el Mesías. Las lecturas de hoy apuntan a la figura de María; fue ella quien con mayor deseo esperó, con inefable amor de madre, el nacimiento del Salvador.

    El libro de Samuel ha expuesto el interés del rey David por construir un templo donde guardar el Arca de la Alianza. El Arca era uno de los objetos cultuales más preciados por el Antiguo Israel. Según la tradición, el Arca era una caja de madera noble, de acacia, forrada de oro; en su interior se guardaban, entre otros objetos religiosos, las tablas de la Ley, es decir, los diez mandamientos que Dios entregó a Moisés en el Sinaí. Así, el Arca contenía lo más sagrado que tenía Israel, los diez mandamientos. Como señala el libro de las Crónicas, una vez al año los sacerdotes abrían el Arca, sacaban los mandamientos, y la purificaban por dentro; una vez purificada, volvían a introducir los mandamientos, luego llevaban el Arca en procesión por las calles de Jerusalén para que el pueblo pudiera venerar los diez mandamientos, la pieza esencial de la religión hebrea.

    El Antiguo Testamento alcanza su plenitud en el Nuevo. Así como en el Antiguo Testamento aparece el Arca de la Alianza, que contiene lo más valioso para los israelitas, los diez mandamientos, el Nuevo Testamento presenta a María, la nueva Arca de la Alianza, que contiene en su seno lo más decisivo de la fe cristiana, la presencia de Jesús de Nazaret, el Dios hecho hombre. Con estas palabras lo dijo Gabriel a María: “Engendrarás un hijo y le pondrás el nombre de Jesús”, y añadió: “Al fruto santo que va a nacer, lo llamarán Hijo de Dios”. Así como los sacerdotes de Israel purificaban el Arca antes de introducir en ella los diez mandamientos, el Padre, contemplando la redención que Cristo obtiene para toda la humanidad, también purificó a María de todo pecado desde su concepción, antes de que engendrase al Hijo de Dios en sus entrañas. Lo dijo Gabriel a María: “Dios te guarde, llena de gracia, el Señor está contigo”; y siguió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.

    Ahora bien, por importante que fuese el Arca, lo verdaderamente decisivo era lo que contenía, los diez mandamientos; y por importante que fuese María, lo esencial era lo que llevaba en las entrañas, el Hijo de Dios hecho hombre. Jesús de Nazaret es el único Salvador; María aparece en el Adviento como la profetisa que trae la presencia de Dios al Mundo. Con ello se convierte en modelo de la vida cristiana; pues cristiano es aquel que con el testimonio de su vida hace presente el mensaje de Jesús en la sociedad humana.

    La lectura que hemos escuchado prefigura el advenimiento de Jesús, el Salvador; tal como lo anunció el Señor, por boca de Samuel, al rey David: “Te daré por sucesor un descendiente, salido de tus entrañas [...] Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”. Este descendiente de David se hace realidad en la persona de Jesús de Nazaret; así lo explica el apóstol Pablo: “Esta noticia se refiere al Hijo de Dios, descendiente de David por lo que respecta al linaje humano, pero, por obra del Espíritu Santo, entronizado como Hijo poderoso de Dios en virtud de su resurrección”. En Adviento nos disponemos a recibir a Jesús que viene por Navidad. La mejor actitud para recibirlo es la de María: “He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra”. Sin duda, la meditación de la Palabra de Dios y el servicio a los hermanos son la llave que abre nuestro corazón para que el Dios hecho hombre pueda por Navidad habitar entre nosotros, y abrir la puerta de la esperanza a la humanidad entera

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