lunes, 16 de enero de 2017

V CENTENARIO DE LA REFORMA


                                  Francesc Ramis Darder
                                  bibliayoriente.bogspot.com



A largo de 2016-17, la comunidad cristiana conmemora el quinto centenario de la Reforma luterana. El papa Francisco acudió a la catedral de Lund, Suecia, para conmemorar, junto a los hermanos protestantes, el aniversario de la Reforma. Tras exponer el deseo de unidad y lamentar los errores del pasado, el papa suplicó del Espíritu Santo el don de la unidad cristiana; luteranos y católicos firmaron la “declaración con ocasión de la Conmemoración conjunta católico-luterana de la Reforma”.

  Contemplando las pinturas que acompañan el Retablo del Corpus Christi en la Catedral de Mallorca, la “Conversión de s. Pablo” y “s. Ivo practicando la caridad con los pobres”, invitamos a cada cristiano a entonar una plegaria para implorar del Señor la unidad de la Iglesia.
  
  Jaume Blanquer (1581-1636) concluyó el retablo barroco del Corpus Christi, de madera dorada y policromada, en 1641. Encargado por la familia Anglés, representa, desde la perspectiva bíblica y la reflexión teológica, el misterio de la Eucaristía. Durante la etapa barroca, la iconografía eucarística tuvo una gran difusión en el arte de la Iglesia para educar a los católicos sobre la importancia de los sacramentos. Tras contemplar la magnificencia del retablo, fijaremos los ojos en dos pinturas que a menudo pasan desapercibidas a la mirada del espectador.

    A la izquierda de la predela, aparece la escena de la “Conversión de S. Pablo”. La obra es de autor anónimo. Ahora bien, la composición reproduce un grabado de Schelte de Bolswert sobre una composición de Rubens (1618-1620) conservada en Berlín hasta su destrucción en 1945; el mismo grabado fue copiado, con variaciones y matices, por J.A. Escalante, F. Camino y B. E. Murillo.

    Cuando Pablo viajaba a Damasco para perseguir a la Iglesia, le envolvió una luz venida del cielo; cayó al suelo y oyó una voz que le decía: “Pablo, Pablo ¿por qué me persigues? Pablo preguntó: “¿Quién eres, Señor? La voz respondió: Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Cuando Pablo se levantó, unas escamas en los ojos le habían cegado. Al llegar a Damasco, se alojó en casa de un cristiano, Ananías, que le dijo: “Pablo, hermano, me ha enviado el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo”. Al instante cayeron de sus ojos las escamas; se levantó y fue bautizado, tomó alimento y recobró las fuerzas (Hch 9,1-19).

    El relato de la Conversión de s. Pablo, expresado en la  pintura que contemplamos, subyaga dos aspectos decisivos. Primero: señala como Pablo, el mayor perseguidor de la Iglesia, se convirtió, gracias a la irrupción de Jesús en su vida, en el mejor misionero cristiano entre los paganos (Gal 1,11-24). Segundo: aunque Pablo perseguía a la Iglesia, Jesús le dijo: “Pablo, Pablo, ¿por qué me persigues?” Es decir, Jesús se identifica con la Iglesia perseguida; sin duda, donde los cristianos sufren persecución late más viva que nunca la presencia de Cristo que acompaña a sus fieles en el dolor de la prueba.

    A la derecha de la predela, vislumbramos la representación de “S. Ivo practicando la caridad con los pobres”. Como la anterior, también es obra de autor anónimo. S.Ivo nació en Kermestin, Baja Bretaña, en 1253. Se doctoró en derecho y teología en París y Orleans; mientras estudiaba, dedicaba mucho tiempo a la oración, vestía pobremente, y con sus ahorros ayudaba a los pobres. Cuando volvió a su tierra, fue nombrado juez, protegió a los huérfanos, defendió a los humildes, y administró justicia con imparcialidad y bondad. Se le conocía como “el abogado de los pobres”, pues visitaba las cárceles para socorrer a los presos, y asumía de la defensa de quienes no podían costearse un abogado. Más tarde fue Vicario y Juez Eclesiástico de Rennes; una vez ordenado sacerdote, sobresalió en la predicación del evangelio y la vivencia de la misericordia. Falleció en Louannec en 1303; canonizado por Clemente VI, celebramos su fiesta el 19 de Mayo.

    La representación pictórica enfatiza dos motivos esenciales. En primer lugar, certifica la intensidad con que s. Ivo adecuó su vida a la sentencia de Jesús en el juicio final: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino […] porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, era forastero y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25,14-30). En segundo término, sugiere la intensidad con que la Iglesia mallorquina practicó la misericordia con los pobres, durante la época barroca; testigos eminentes de la caridad con los pobres fueron el obispo Alfonso Lasso Sedeño, y los canónigos Bartomeu Llull y Jerónimo Garau.

    Durante la época de la Reforma protestante y la Reforma católica, estalló con dureza la confrontación entre el valor de la “fe”, representada por la “Conversión de s. Pablo”, y la “vivencia del amor”, expresada en el retrato de “S. Ivo practicando la caridad con los pobres”. Sin embargo, los autores de ambas pinturas en vez de perseguir la confrontación buscaron, como señaló el Concilio de Trento, la comunión entre la fe y el amor.


    Desde esta perspectiva, inmortalizaron la virtud de la fe a la izquierda de la predela, mediante el tema de la “Conversión de s. Pablo”, y describieron la vivencia profunda del amor a la derecha mediante la representación de “S. Ivo practicando la caridad con los pobres. Plasmaron las palabras de s. Pablo sobre la verdadera fe y el amor auténtico: “nosotros mantenemos la esperanza de la justicia por el Espíritu y desde la fe; porque en Cristo nada valen la circuncisión o la incircuncisión, sino la fe que actúa por el amor” (Gal 5,5-6). Así, los pintores encauzaban el camino de la Iglesia entera por la senda de la unidad, pues como reitera s. Pablo a los gálatas: “sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28).

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