domingo, 19 de abril de 2015

LA VIOLENCIA DOMÉSTICA

                                                                                     Francesc Ramis Darder


El quinto mandamiento “No matarás” (Ex 20,13) prohíbe todo asesinato, pero va mucho más lejos al proscribir cualquier violencia. Una forma de violencia que conmueve a la sociedad es la violencia doméstica que padecen mujeres y niños. En España muere una mujer cada semana como consecuencia de la agresión de un hombre que convive o ha convivido con ella, y son bastantes las que sufren en silencio la crueldad psicológica y la agresión física. Durísima es la violencia contra los niños sometidos a la pederastia o a cualquier abuso.

La violencia contra mujeres y niños no es nueva. Los raros relatos que nos permiten entrar en la intimidad de la familia israelita presentan a la mujer amada y escuchada por su marido, y tratada por él como igual (1Sam 1,4-23). Sin embargo desde el aspecto social y jurídico, la situación de la mujer en el Israel más antiguo era, al parecer, inferior a la que disfrutaba en los países vecinos como Egipto o Babilonia. De todos modos en la colonia judía de Elefantina, en el Alto Egipto, la mujer adquirió ciertos derechos civiles: podía ser propietaria y por eso estaba sujeta al pago de impuestos.

Ante los padecimientos de mujeres y niños por el simple hecho de serlo, no es extraño que los profetas levantaran la voz en su defensa: “... socorred a los huérfanos, defended a la viuda” (Is 1,17). Y Jesús tuvo a los niños por privilegiados en su Reino (Mt 18,2-5), e hizo de las mujeres los primeros testigos de la resurrección (Mt 28,1-10). La militancia cristiana no debe circunscribirse a las necesidades estructurales, sino comenzar por hacer de nuestros hogares ámbitos donde se respire amor y respeto.


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