sábado, 26 de julio de 2014

LA MUJER EN EL NUEVO TESTAMENTO

                                                                          Francesc Ramis Darder


E. Estévez López, Mediadoras de sanación, encuentros entre Jesús y las mujeres, Madrid: Comillas- S. Pablo 2008, 375 p.

    Elisa Estévez López es profesora titular del Departamento de Sagrada Escritura e Historia de la Iglesia de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid). El libro que reseñamos está enmarcado en la línea que caracteriza la obra investigadora de la autora: el deseo de emprender una reconstrucción de los orígenes del cristianismo que recoja el papel relevante que desempeñaron las mujeres, sin descuidar por eso el interés por recuperar el sentido original de los textos bíblicos tratando de situar su significado en el horizonte de creencias, valores y comportamientos que caracterizaron el entramado social del Mediterráneo antiguo.

    El interés teológico hacia las peculiaridades de la condición femenina entronca con la investigación actual (Schüssler Fiorenza, Wainwright) y el análisis sociológico de las culturas mediterráneas del siglo I puede situarse en el marco investigativo propuesto por B. Malina, entre otros autores. Desde ambos horizontes hermenéuticos, Estévez presenta un estudio, erudito y profundo, sobre el papel de cuatro mujeres que fueron curadas por Jesús, como relatan los evangelios sinópticos. No obstante, la autora no se limita a un simple comentario de los textos evangélicos, sino que los aborda desde una perspectiva muy novedosa y que, a nuestro entender, supone una aportación significativa a los estudios bíblicos sobre la relevancia teológica de la mujer en el cristianismo primitivo.

    A menudo, como señala la autora, la exégesis de los milagros inherentes a la sanación  de mujeres se limita a la consideración de la mujer desde el simple papel de “sujeto doliente” que, de una manera pasiva, recibe y acepta el don de la curación. Los comentaristas, en general, subraya la autora, no conceden a la mujer ningún papel en el proceso que culmina con la curación y desdeñan, en líneas generales, la influencia que el papel de la mujer curada pudo significar en el talante de la predicación de Jesús y en la perspectiva teológica de la comunidad cristiana primitiva. El objetivo de la monografía que ofrece Estevez radica en recuperar la función de las mujeres curadas por Jesús no sólo como sujetos dolientes, sino que buscando a través de las palabras y gestos de las mujeres, tal como los presenta la tradición sinóptica, la autora discierne cuál ha sido la contribución personal de la mujer que ha desembocado en la recuperación de la salud, a la vez que destaca cómo el encuentro sanador con Jesús capacita a la mujer para desempeñar, a su vez, el papel de sanadora, muestra como la intervención de Jesús confiere a la mujer una misión esencial en la comunidad cristiana y en el advenimiento del Reino de Dios.

   Con la intención de alcanzar su objetivo, la autora dedica los tres primeros capítulos a la conformación de un modelo teórico que permita la comprensión teológica y en clave de género de la sanación de la mujer, tal como figura en la tradición sinóptica. La autora no constriñe la investigación al uso de un solo método, sino que valiéndose de distintos enfoques (retórico, simbólico, contextual) penetra, como señala ella misma, entre las “rendijas” del texto. De ese modo, discierne a través de los relatos, la impronta teológica de la mujer curada, tantas veces oculta por la pluma de los varones que redactaron los evangelios y por los intereses de la comunidad focalizados, aunque fuera oblicuamente, hacia la relevancia del varón.

    A la vez que conforma un modelo teórico, también se adentra en el marco social desde el que la medicina antigua interpretaba la naturaleza del cuerpo de la mujer; la referencia a numerosos autores clásicos (Plutarco, Josefo, Cicerón, Aristóteles, Séneca, Aristófanes, Filón, Jenofonte, Hipócrates) y a la tradición bíblica, permiten que la autora pueda situar el horizonte interpretativo del cuerpo de la mujer y su identidad femenina en las categorías antropológicas del siglo I.

    Asentado el modelo interpretativo, la monografía se adentra en el análisis de cuatro perícopas. La primera, “el poder de una mujer creyente (Mc 5,24b-34)”, refiere la sanación de la mujer que padece flujo de sangre; en lugar de ceñirse, como hace habitualmente la exégesis, al papel pasivo y temeroso de la mujer, la autora recalca la confianza que la mujer curada deposita en Jesús hasta convertirse, de este modo, en paradigma teológico de la comunidad marcana, la comunidad que encuentra su fundamento en la vinculación existencial con el Dios del que procede toda vida. La segunda, “de sanada a discípula: la suegra de Pedro (Mt 8,14-15)” está enmarcada en el conjunto de milagros-relatos de vocación (Mt 8-9); la mujer que se puso a servir (diakoneo), subraya, especialmente en la tradición mateana (Pedro), el servicio de la mujer como expresión de su asentimiento a la vocación recibida y a la tarea ministerial asumida.

    La tercera, “el derecho a participar de los frutos de la basileia: la cananea (Mt 15,21-28)”, recalca el papel precursor de la mujer en la misión a los gentiles, a la vez que enfatiza el papel de la mujer durante el ministerio de Jesús, pues, superando el horizonte de las “ovejas perdidas de la Casa de Israel”, el mensaje salvador resuena entre los paganos. La cuarta, “de encorvada a vivirse erguida (Lc 13,10-17)”, analiza un pasaje hasta ahora poco estudiado; la mujer, sostiene la autora, no circunscribe su presencia a la de un sujeto pasivo en el seno de una discusión sobre la importancia del sábado, sino que muestra su papel central al convertirse en el personaje encargado de proclamar la “gloria de Dios”; de ese modo, la mujer sanada, se convierte en paradigma de buen discípulo y en modelo de conducta para la comunidad cristiana.

   A lo largo del ensayo, la autora se detiene en el análisis teológico, médico y semántico de numerosos términos (splagnitzomai, tzerapeio, nosos); alude, brevemente, a la historia de la investigación de las cuatro perícopas comentadas, a la vez que valora, sucintamente, la bibliografía disponible sobre cada una de las perícopas. La obra concluye con el índice de siglas y un elenco bibliográfico amplio.


    A nuestro entender, el ensayo constituye una aportación muy significativa sobre el estudio del papel de la mujer en el cristianismo primitivo. El método investigativo permite ahondar en aspectos hasta ahora descuidados por la exégesis, pues subraya el papel activo de la mujer curada por Jesús desde tres perspectivas: en primer lugar destaca la influencia de la mujer curada en la misma predicación de Jesús; en segundo lugar, recalca, el papel decisivo de la mujer por cuanto concierne a la extensión del Reino de Dios; en tercer término, enfatiza el papel esencial de la mujer en el desarrollo del cristianismo primitivo. El ensayo constituye, como hemos dicho, una aportación importante y muy bien escrita, al estudio del papel de la mujer en los albores de la Iglesia.

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