martes, 21 de mayo de 2013

¿QUÉ SIGNIFICA LA GLORIA DE DIOS?


                                                                                                        Francesc Ramis Darder


La profecía de Isaías anuncia el mensaje liberador de Dios: “Preparad en el desierto un camino al Señor, allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios ... entonces se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres juntos” (Is 40, 3-5).

    El pueblo de Israel pensó durante mucho tiempo que para dar gloria a Dios había que construir un gran Templo y disponer de un Rey magnificente. El rey babilónico Nabucodonosor arrasó Jerusalén, acabó con la monarquía israelita, y deportó al pueblo a Babilonia (587 aC.).

    El dolor del exilio (587-538 aC.) enseñó a los israelitas la gran lección de su vida. La gloria de Dios no nace de la esplendidez del Rey, ni de la magnificencia del Templo construido por manos humanas. La gloria de Dios radica en la intensidad con que el pueblo vive la fe, la esperanza y el  amor. Israel percibió que si vivía unido y era consecuente con su fe, testimoniaría ante todas las naciones la certeza de que Dios ama a la humanidad con amor apasionado. Esa es la gloria de Dios, que el pueblo que El ha formado (Is 43, 1) manifieste al Mundo la manera en que el Señor ama a la humanidad entera (cf. Is 43,l 7).

    El Segundo Isaías (Is 40-55) es una larga catequesis que enseña a Israel a convertirse en el pueblo que manifiesta la gloria de Dios. El profeta propone a Israel el camino de la fe, una senda que incluye cuatro etapas.

 1ª Sentido común: el “sentido común” es el primer paso de cualquier opción en la vida; se supone siempre, pero en la práctica no siempre acontece. 2º “Plegaria y celebración” de la Fe. 3º Esforzarse por construir una “comunidad real” donde sea posible compartir la vida. 4º Optar por la justicia, el amor y la solidaridad, como herramientas para “transformar” el Mundo.

    La gloria de Dios consiste en la felicidad del hombre; pero en la felicidad que nace de la vivencia del Evangelio celebrado en el seno de la comunidad cristiana. Esforcémonos pues en vivir la Palabra de Dios en medio de nuestro mundo, así la humanidad creerá en la certeza del amor apasionado de Dios por toda la humanidad.

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