lunes, 4 de junio de 2012

EL DÍA DE YAHVÉ

                                                     Francesc Ramis Darder

    ¿En qué consiste el “Día de Yahvé”?

    La expresión “Día de Yahvé” es propia de la literatura profética y aparece dieciséis veces en la Sagrada Escritura; mientras la frase pareja “un día para Yahvé” acontece en tres ocasiones (Is 2,12; Ez 30,3; Zac 14,1). El Día de Yahvé indica la intervención de Dios en la historia para destruir a los opresores de Israel, devastar a los israelitas infieles y restaurar el pueblo fiel. En definitiva el día de Yahvé implica la condena de los pecadores y la salvación de los justos. Veámoslo en los textos proféticos.

     La profecía de Isaías sitúa el “Día de Yahvé” en dos ámbitos. Por una parte, el texto isainano percibe la irrupción del Día de Yahvé en el ocaso de Babilonia (Is 13,6.9). La conquista de Babilonia fue realizada por Ciro el Grande en el año 538 aC pero auspiciada por Yahvé (Cf. Is 41,1-5), Señor de la Historia. Por otra parte, la voz profética relata cómo en el día de Yahvé el Señor acabará con todo lo encumbrado y altivo (Is 2,12). Los términos “encumbrado” y “altivo” simbolizan a los habitantes de la Ciudad Santa, injustos e idólatras. La voz de Ezequiel enfoca el Día de Yahvé desde una perspectiva semejante a la de Isaías. En primer lugar, Ezequiel denuncia la actitud mendaz de los falsos profetas que precipitaron al pueblo a la ruina. La maldad de los profetas inicuos impedirá la conversión del país y por eso la nación sucumbirá ante el envite divino en el día de Yahvé (Ez 13,5). En segundo lugar, Ezequiel sitúa la llegada del Día de Yahvé en la debacle que asolará el país del Nilo; el texto alude a la conquista de Egipto llevada a término por Nabucodonosor II (Ez 30,3). De ese modo los libros de Isaías y Ezequiel denominan “Día de Yahvé” al momento en que la actuación divina acabará con la maldad imperante en Judá, y asolará Egipto y Babilonia, potencias opresoras del pueblo de Dios.

   La voz de Sofonías preconiza los clamores amargos de los habitantes de Judá cuando llegué el Día de Yahvé, cuando Dios fustigue la infidelidad de su pueblo (Sof 1,1.14). Joel amenaza al pueblo con la llegada del día de Yahvé. En ése día terrible, el Señor devastará a su pueblo (Jl 1,15). La devastación acontecerá con la irrupción de un ejército invasor (Jl 2,1), con el que Dios embestirá contra la nación (Jl 2,11). Sin embargo debemos notar que el profeta amenaza al pueblo con la irrupción del día de Yahvé para propiciar la conversión de la nación (Jl 3,4), cuando se vea atemorizada por el furor de la cólera divina (Jl 4,14). El libro de Malaquías ahonda en la presentación de Joel; pues anuncia la llegada de Elías antes de que acontezca el día de la devastación, el día de Yahvé (Mal 3,23). La misión de Elías estriba en reconciliar a padres e hijos, metáfora de la reconciliación social, para que la nación no sea exterminada (Mal 3,22-24). La voz de Abdías remite al día de Yahvé la destrucción de Edom (Abd 15.18), antiguo opresor de Judá (cf. Is 34). Zacarías adscribe al día de Yahvé el juicio divino contra Jerusalén. La Ciudad Santa sufrirá el ataque de las naciones, pero un resto de sus habitantes conseguirá sobrevivir (Zac 14,1). A tenor de lo dicho, observamos también en los profetas menores una doble perspectiva en la comprensión del Día de Yahvé. Por una parte refiere la destrucción de los opresores de Israel; y, por otra, entraña el castigo contra el pueblo pecador para propiciar su conversión, o también lo supervivencia del resto del pueblo que ha permanecido fiel a la voluntad divina.

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